Nombres para empresas: cómo hacer el ejercicio de naming perfecto

Me llamo Ana, y todos los días doy gracias a mis padres por elegir este nombre para mí.

¿Por qué? Es fácil de pronunciar. También es corto y no necesita diminutivos. Y bonito, por supuesto. 😉

Pero tiene más ventajas: se lee igual del derecho que del revés. Todo el mundo lo recuerda sin problema. Y, además, es de los que pueden considerarse tradicionales y atemporales por eso de que es un nombre de ayer, de hoy y de siempre.

Candor y Groupmap El primer borrador Conexiones forzadasBrainwritingS.C.A.M.P.E.RWishingSeis sombreros para pensar

Dirás… ¿y este rollo a qué viene? Muy sencillo: es una buena forma para mostrar el paralelismo que hay entre el nombre de una persona y el nombre de una empresa. En los dos casos es algo que marca de por vida y, por eso, su elección no puede hacerse al tuntún.

El nombre de una marca es su identidad, su carta de presentación, la manera de la que los clientes la van a reconocer y diferenciar del resto.

Es más, se trata de una tarea cargada de responsabilidad que a nivel personal recae en los papis y a nivel empresarial en el CEO y equipo de una compañía en ciernes, o en la agencia de comunicación a la que se confíe este trabajo complicado y de vital importancia.

Éxito o fracaso, ésta es la cuestión

Y no. No estoy exagerando.

El nombre de una marca es uno de los elementos clave del branding de una empresa. Lo más visto, oído y repetido, ¡incluso por encima del logotipo!

Esto es así hasta el punto de que, por muy ‘dramas’ que suene, escogerlo bien o mal puede suponer el éxito o el fracaso de un negocio (dando por hecho que el producto o servicio que se ofrece es de la calidad que se promete, claro).

“Lo que se nombra, adquiere fuerza. Lo que no se nombra, deja de existir”. Czeslaw Milosz (Premio Nobel de Literatura)

Así que, antes de iniciar un proceso de creación del nombre de una empresa, hay que tener en cuenta que el nombre de marca ideal ha de ir en consonancia con sus valores, emociones y experiencias que ésta desea transmitir. A la vez, tiene que ser atractivo, con miga, que ‘llegue’ al público y, si no es mucho pedir, que huya de:

  • Las modas: que las tendencias son muy caprichosas. Lo que un lunes mola el jueves puede que ya sea lo más aburrido del mundo y, además, si todos caemos en lo mismo, más que atraer acabaremos alejando a nuestros clientes. Véase casos como ‘T- lavo’, ‘Cuida-T’ y similares.
  • Anglicismos (cuando no son necesarios): ¿por qué ese afán de poner nombres en inglés? ¿Quedan más cool? Quizá sí, pero si el público al que nos dirigimos es exclusivamente de habla inglesa o pilota el idioma, de lo contrario no tiene mucho sentido porque lo único que se va a conseguir son problemas de pronunciación, de escritura y de memoria. Nos referimos a, por ejemplo, una empresa que opere únicamente en España y se llame ‘Express Support Solutions’.
  • Una mala eufonía: 27 letras tiene nuestro abecedario…¿y justo te vas a quedar letras que juntas tienen un sonido que destrozan los tímpanos a cualquiera? Se debe apostar por un efecto acústico agradable de las palabras o frases. Así, la l, r, t,y d aportan una buena audición; la g y la k suelen resultar desagradables en castellano, y de la x, j, t y w se dice que atribuyen robustez.
  • Nombres muy largos o fusiones de nombres interminables del tipo PriceWaterHouseCoopers (PWC), que a ver quién es el valiente que lo dice bien de carrerilla.

Una misión llamada ‘el nombre de tu empresa’

Una vez que esto está claro, el siguiente paso es ponerse manos a la obra y no desesperar, porque buscar el nombre para una empresa requiere su tiempo, su método y ¡mucha creatividad!

No va a salir a la primera.

Ni a la segunda.

Ni a la tercera.

¡Pero se consigue! 😉

Descubre aquí las tres preguntas clave para crear el nombre de tu empresa.

Te lo digo por experiencia, que en Microbio tenemos ya varios procesos de namings de clientes a nuestras espaldas, y para llevarlos a cabo nos ayudamos de herramientas (on y offline) que van fenomenal para desarrollar las habilidades creativas tan necesarias en los llamados ‘ejercicios de naming’ y, en realidad, el cualquier profesión.


A continuación, enumero algunas de ellas para que las tengas de referencia.

1. Candor y Groupmap

Candor es una aplicación web gratuita perfecta para la generación de ideas que consta de dos fases: la individual, que es en la que cada miembro del equipo trabaja a su aire de manera anónima, y luego está la grupal, por decirlo de alguna manera, que es cuando tiene lugar la reunión y se ponen en común las ideas generadas, se evalúan, se discuten y se votan.

Por su parte, Groupmap ofrece más posibilidades que Candor porque incluye unas plantillas o mapas predefinidos para compartir las opiniones individuales, pudiendo crear desde mapas con los beneficios y desventajas de una solución hasta mapas mentales.

2. El primer borrador

El primer borrador es una técnica muy empleada por los escritores, pero que podemos ‘robársela’ para aplicarla al mundo del marketing y de las agencias de creatividad.

Es, básicamente, una forma de escritura libre centrada en un tema, y en nuestro ámbito profesional nos sirve para focalizar las etapas iniciales de un nuevo proyecto y plasmar las primeras ideas sobre papel.

Partiendo de un tema central hay que:

  • Escribir todo lo que se sepa sobre ese tema.
  • Escribir lo que no se sepa de ese tema, pero que se necesita o se quiere saber.
  • Pensar por qué ese tema es importante.
  • Agregar cualquier otra cuestión que llame la atención. Aquí hay libertad total para sacar a la luz todas las ideas que ronden por la cabeza.


No importa si en un principio parece que todo esté desorganizado e inconexo, pues el objetivo es superar ese bloqueo ‘creativo’ que al principio solemos tener todos.

3. Conexiones forzadas

Conectar ideas con necesidades o intereses variopintos para llegar a un concepto nuevo.

En esto consiste esta otra técnica que vemos continuamente en productos como el famoso Apple Watch, el sofá cama o los teléfonos inteligentes.

Aunque parezca algo loco, puedes llevar a la oficina un bolso con diversos artículos divertidos no relacionados entre sí (o dibujarlos en una pizarra), y pedir a tus compañeros que elijan dos o más de estos objetos y que exploren maneras de conectarlos.

De aquí pueden salir ideas muy disparatadas, pero también es una forma útil de poner a prueba y potenciar la creatividad del equipo.

4. Brainwriting

El brainwriting es como el brainstorming, pero evolucionado.

Ambas son dinámicas de grupo en las que se persigue sacar muchas ideas en poco tiempo, pero en el brainwriting los participantes escriben en un papel las suyas antes de compartirlas con el resto.

“La única forma de tener buenas ideas es tener muchas ideas”. (Linus Carl Pauling)

Lo que se pretende es aumentar la participación de todos y que ésta sea uniforme, es decir, que la personalidad de cada uno (timidez, dependencia…) no influya como sí que puede pasar con el brainstorming, donde las personas más abiertas o extrovertidas pueden dominar, sin querer, las sesiones.

En Microbio, esta ‘escritura de ideas’ la hacemos a través de Candor, y todas tienen el mismo valor independientemente de quién las aporte y el momento en el que lo haga.

5. S.C.A.M.P.E.R

Esta regla nemotécnica permite expandir y mejorar ideas cuestionándolas y ‘poniéndolas a prueba’ desde varios ángulos.

La S se corresponde con Sustituir, la C con Combinar, la A con Adaptar, la M con Modificar, la P con Pensar (en otros usos), la E con Eliminar y la R con Revertir.

Por poner un ejemplo práctico, imagina que cogemos la letra S, entonces podemos plantearnos: ¿qué pasaría con el proyecto si sustituyéramos X por Y? O con la M: ¿qué podríamos modificar para aumentar el valor del proyecto?

Y así ir pasando por todos los supuestos.

6. Visualización creativa o wishing

Esta otra técnica sirve para motivar al equipo y dejar que dé rienda suelta a su imaginación sin marcar ningún límite.

La gracia está en pedir a cada uno que piense en las soluciones más inalcanzables y extremas que se le ocurra para resolver determinado dilema. Después, hay que convertir esta lista de soluciones inalcanzables en una especie de ‘lista de deseos’ con el fin de analizarlas al detalle y valorar por qué son tan inaccesibles y qué se podría hacer para que sean más realistas y aplicables.

7. Seis sombreros para pensar

Por último, voy a hablar de una metodología que igual conoces.

Toma el nombre del libro del psicólogo Edward de Bono ‘Seis sombreros para pensar’, que es donde se expone esta herramienta para discutir y tomar decisiones en grupo.

Este método desglosa las ideas en seis áreas de pensamiento:

  • Sombrero azul: para controlar los tiempos y el orden del resto de sombreros. Proceso de control (pensar sobre el pensar).
  • Sombrero blanco: para pensar de la manera más objetiva y neutral posible. Hechos y cifras.
  • Sombrero rojo: para expresar sentimientos sin necesidad de justificación. Emociones.
  • Sombrero negro: para ser crítico desde un punto negativo y pensar por qué algo no podría salir bien. Juicio negativo constructivo.
  • Sombrero amarillo: para buscar los aspectos positivos. Juicio positivo.
  • Sombrero verde: para abrir las posibilidades creativas. Alternativas y creatividad.

Cuando el equipo conoce el proceso de pensamiento que representa cada sombrero, lo normal es comenzar con una acción extendida de sombrero blanco para que todo el mundo se ponga en la ‘misma página’ y se cree una visión compartida del asunto que se va a tratar.

Después, entran en juego los demás sombreros durante unos pocos minutos, excepto el rojo, que su uso está limitado a 30 segundos para garantizar que la reacción de la persona es realmente instintiva y no una forma de juicio.

Es un modo de poner sobre la mesa una serie de prioridades y perspectivas que van a ayudar a centrar el debate y a considerar el proyecto en el que se está trabajando desde diferentes perspectivas.

¿Sabes de dónde viene ‘Netflix’? De juntar ‘Net’, que deriva de la palabra Internet, y ‘Flix’, una versión abreviada de la palabra flick, que es sinónimo de película en inglés.

En definitiva, como en otras tantas cosas de la vida relacionadas con lo intangible y la creatividad, para seleccionar el naming de una empresa no hay ciencia exacta, pero mecanismos como los que acabo de detallar ayudan, y mucho.

¡No los pierdas de vista!

Una fotografía de Ana Roman del equipo de microbio

Ana Roman

¡Eh! ¡Lo de las cooooookies!

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