Y tú… ¿Por qué no debes estar en redes sociales?

Este artículo redactado por Alex Sanz sobre redes sociales fue publicado originalmente en la Newsletter mensual de la ECLAP Agosto 2016.

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Allá por la década de 1970, el escritor británico Arthur C. Clark, enunciaba la que se conocería como la tercera Ley de Clark:

“Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.

Hoy, casi medio siglo y una revolución tecnológica después, nos despertamos cada mañana atados a elementos mágicos cuyo funcionamiento, en muchos casos, apenas comprendemos: robots que contestan a alumnos en cursos de Harvard, algoritmos que nos guían en nuestro día a día mientras aprenden de nuestros gustos o impresoras 3D que imprimen comida.

Todo, en mitad de un caos de novedades, avances tecnológicos (muchos de ellos olvidables) y nuevas formas de ser, estar y comportarse: Bienvenidos al mágico mundo de las Redes Sociales.

Pero, volvamos al titular de este artículo: ¿por qué tú no debes estar en redes sociales?

Quizá parezca una proposición arriesgada e incluso un titular engañoso, muy al estilo de los que circulan cada día por nuestros muros o Whatsapp´s. Pero no lo es tanto: Durante estos años impartiendo el curso de Iniciación a las Redes Sociales para la ECLAP, he podido comprobar cómo la revolución tecnológica que hemos vivido, en realidad, ha sido demasiada revolución.

Es decir, todo ha pasado tan rápido, todo ha ocurrido en un periodo tan corto de tiempo que a muchos de nosotros no nos ha dado tiempo de comprender qué ha ocurrido. Nos hemos, simplemente, adaptado. Y adaptarse sin comprender a qué hay que adaptarse, sinceramente, no sirve de mucho.

Entonces, ¿Qué ha pasado en apenas 20 años para que hayamos dejado de escribir cartas, llamar al teléfono fijo o bajar a comprar a la tienda de la esquina? ¿Qué ha cambiado para que ahora nos fiemos -como si de palabra escrita en piedra se tratara- de las opiniones de desconocidos cuando vamos a restaurantes? ¿O de que veamos como normal que la publicidad “nos persiga” mientras navegamos en nuestros ordenadores, móviles o relojes?

Todo, como ya imaginarán, se resume en una palabra: Internet.

Y es ahí donde, como si de un eterno retorno se tratara, volvemos al titular: No debes estar en redes sociales si no comprendes por qué pasa todo eso que hemos descrito ahí arriba. O no de momento.

Pensamiento crítico ante la vorágine tecnológica.

Como ciudadanos, debemos de hacer un ejercicio crítico para comprender qué son y cómo funcionan las herramientas que utilizamos en nuestro día a día. Debemos pararnos a pensar qué es internet, cómo funcionan sus entrañas y cuáles son sus dinámicas.

¿Dónde se guardan las miles de fotos de tus sobrinos que sacas con tu móvil? ¿Dónde quedan, dónde se almacenan, nuestros mensajes de Whatsapp? ¿De quién es lo que subimos a Facebook? ¿Qué significa privacidad y por qué ese término es ahora más importante que en los últimos 2.000 años? ¿Puede alguien acceder a nuestra webcam? ¿Qué es deep web y qué no lo es?

Sólo haciéndonos éstas y otras preguntas podremos discernir qué es importante y qué no, separar el hype de la paja y llegar al verdadero (y digital) fondo de las cosas. Y ese trabajo, como decimos, no empieza por las redes sociales.

Las redes sociales, con toda su utilidad (no seré yo quien lo niegue en esta tribuna) son solo una consecuencia. Un efecto de una causa anterior. La causa, por tanto, es lo que debe llamar nuestra atención y llevarnos a la reflexión:

¿Qué es internet? ¿Dónde se almacena una página web? ¿Y cómo funciona? ¿Qué es un hosting y qué es un dominio? ¿Quién gana dinero en los servicios gratuitos que utilizamos (como Facebook o el propio Google)? ¿Cómo interpreta un robot nuestros datos? ¿Cuáles de esos datos están disponibles en la red y cuáles no? ¿Cómo ordena Google, o cualquier otro buscador, la información que recibimos? ¿Qué pasa en realidad cuando clickamos en un enlace en la red?

Sólo haciendo ese ejercicio, parándonos a comprender el por qué estamos dónde estamos comprenderemos para qué sirven, más allá de la moda, las redes sociales. Haciendo este ejercicio, documentándonos un poco, comprenderemos que las redes sociales no son sólo Facebook y Twitter sino que internet está lleno de ellas (mejores y peores) y que su utilización nos permitirá acceder a nuevos intereses, nuevos conocimientos y nuevos puntos de vista.

Pero, de nuevo, cuidado: desde el principio hemos tratado de equiparar las redes sociales con esferas públicas ya conocidas: Twitter es una plaza pública, Facebook una reunión familiar y otras equiparaciones por el estilo. Pero no.

Debemos tener muy en cuenta que en el terreno de las redes sociales jugamos en casa de otros. Es decir, por muy familiar que pueda resultarnos Facebook, hablamos de una empresa privada: una empresa para la que nosotros, los usuarios, no somos más que pequeñas hileras de números consecutivos seguidores de productos, personalidades y tendencias. Usuarios. Clientes.

Estar (pero sabiendo dónde estás)

Las redes sociales son, por tanto, una parte de un todo. Una parte única, sí, y divertida, también, pero a la vez, una parte que mutará, cambiará y dejará de llamarse Facebook o Twitter pero seguirá siendo una red social.

Por eso, de nuevo, antes de iniciar tu andadura en redes párate a pensar: evalúa que va a aportarte y qué no, piensa en el fondo de las cosas, en cómo trabajarás con tus datos y con tu privacidad y, sobretodo, qué vas a hacer con esa red que comienzas a crear.

Porque, como muchas veces se suele indicar a empresas y a instituciones, estar en redes sociales no es una cuestión de “estar por estar”. Es un cambio que va más allá. Una transformación digital que cambiará nuestras vidas y la forma en que nos relacionamos con nuestros amigos, nuestras familias o nuestros compañeros de trabajo.

Imagina, entonces, las enormes posibilidades que se abren para mantener estructuras sociales que antes pasaban desapercibidas o que se morían por el tiempo y la falta de contacto.

Actualmente, las redes sociales nos permiten mantener cerca durante más tiempo a personas que queremos o que hemos querido. Nos permiten ampliar nuestros horizontes e ir más allá de nuestros propios conocimientos. Nos permiten tanto que, en ocasiones, nos da vértigo. De ahí que sea tan importante realizar, previamente, esa tarea de introspección y conocimiento: aprendamos a usar internet desde la base, entendamos qué significa, cómo funciona y para qué sirve.

Y luego, lancémonos al mar de las redes sociales a sabiendas de la profundidad del mismo.

Y comencemos a nadar.

Una fotografía de Alex Sanz Vicente del equipo de microbio

Alex Sanz Vicente

Periodista. Orgulloso fundador de Microbio Comunicación. Locutor. Lector empedernido. “Seriéfilo” trasnochador. Perseguidor de ideas. “Realizador” de proyectos.

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