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Crecer es una trampa. Cuando eres pequeñito nada importa y de todo se ocupan los demás. Luego, creces y la vida se llena de responsabilidades, conversaciones complejas y conflictos que asumir o en los que lidiar. No es algo que solo le pase al niño que se convierte en adulto. Ocurre también con las empresas: empiezas como un pequeño ejercicio de supervivencia, algo que hacer porque algo habrá que hacer y terminas años después convertido en un monstruo de mil cabezas que no recuerda casi nada de lo que fue. En microbio lo comentamos mucho: benditas aquellas tardes en las que no teníamos mucho que hacer excepto perpetrar alguna chorrada para redes, echarnos unas risas o mejorar un proyecto por el simple placer de hacerlo. Y luego, por desgracia, te va bien. Del pasado siempre recordamos lo bueno. Da igual que en aquellos años la incertidumbre te comiera el alma: tu recuerdo es otro, hecho de pequeñas cosas en las que nada importaba tanto como parece importar ahora. Te empiezas a preocupar por temas que ni existían. Lo que antes era crear una chorrada divertida para redes ahora es afinar un proceso o mejorar la forma en que contamos esto o lo otro. Ayer “perdías el tiempo” y hoy “intentas optimizarlo”. Entonces se produce una discrepancia en la fuerza: ya no eres exactamente lo que eras pero algo de lo que eres recuerda a lo que fuiste. Ese pequeño tenderete en mitad de la nada que vendía limonada es ahora una factoría enorme, con departamentos independientes y un trasiego constante de gente que va y viene. El lugar se sigue llamando igual y está casi en el mismo sitio pero el resto es diferente: ya no se pueden hacer las cosas estilo “compadre” y para todo hay un proceso o un reglamento o unas instrucciones rigurosas. Una marca es como una estrella en el camino. Una brújula que orienta al resto sobre qué hacer y cómo hacerlo. Cuando no queda nada de lo que fuiste, la marca es el único ejercicio de remembranza que no cae en la nostalgia de un pasado mejor sino que plantea un futuro donde todo sea como debe ser. Una marca une los recuerdos nostálgicos del pasado iniciático con la realidad tangible del hoy. Sí, hacer las cosas como las hacíamos era divertido y hasta algo inconsciente pero hacerlas de forma ordenada, buscando el proceso que nos lleve al resultado es mejor aunque cueste más. Al fin y al cabo una empresa no es más que eso: una manera distinta de hacer algo que quizá se ha hecho siempre pero distinto. Tan distinto que necesitas de una marca para que no se le olvide a nadie. La cita del mes Hubo una vez una persona que tuvo una vida tan buena que no había nada que contar de ella. Para estar al día
Para leer tranquilamenteEl tema del humor es siempre complejo. Reir es mucho más que algo biológico. Esconde toda una serie de códigos culturales que van cambiando con el tiempo Una de esas cosas complejas de explicar es que mejores empresas hacen un país aún mejor. Visibilizar su papel, clave para continuar la mejora del ecosistema Para mejorar procesos
Miscelánea
¿Lectura recomendada? No, recomendadísima
Creative Strategy and the business of design En ocasiones no basta con saber hacer las cosas. Hay que saber venderlas. O, mejor, hablar el idioma y entender la necesidad de quien compra. Este libro va a de eso: de cómo dejar de hablar en “diseñil” para pasar a hablar en “negocil” ![]() 😂 El chorradón El Consejo Regulador DOP de la Sidra tiene algo que decirnos para el verano |
¿Te ha gustado? ¡Difunde la palabra!
Edición y reflexiones locas: Alex Sanz
Diseño e ilustración: Irene Aguilar
¡Eh! ¡Lo de las cooooookies!
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