2022-04-24T10:14:29

Un conejo y el efecto Lindy

Fotomontaje de el conejito de duracell como si fuera el cuadro El Perro de Goya
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El conejillo de Duracell siempre me pareció un pastillero. Si Red Bull te da alas, el conejillo de Duracell te daba más tiempo para seguir gastando el tiempo que es algo que luego han aprovechado Facebook o Netflix que no van a pilas pero tampoco se acaban nunca.

No te puedes pasar Facebook igual que no podías acabar con la serpiente de aquel Nokia.

El caso siempre es seguir adelante. Como si sólo lo nuevo mereciera la pena: avanzar, avanzar y avanzar.

Vida parece, sinvivir es.

Cuando el ensayista Nassim Taleb se puso a reflexionar sobre cómo predecir el futuro acabó hablándonos del pasado. Suele pasar: cuando miramos al horizonte siempre acabamos mirándonos dentro, a nuestro posible horizonte de sucesos.

Al resultado de sus divagaciones lo llamó Efecto Lindy y es sencillo: si quieres saber qué existirá en el futuro busca qué del pasado aún existe hoy.

Es decir: Cuanto más tiempo existe algo, más tiempo existirá.

Darte cuenta de esto desbroza mucho el bosque de mierda que tenemos en la cabeza: tratamos de subirnos siempre a la última ola sin darnos cuenta de que hay todo un mar ahí. La ola se va pero el mar permanece.

Chúpate esa, Coelho.

¿Qué hay de nuevo viejo?

Quizá las empresas sufren de la misma ansiedad que las personas que las habitan pero parece que muchas veces la comunicación no es más que la repetición constante de nuevas fórmulas, sean las que sean, esperando que, esas sí, sean la solución definitiva.

Podemos filosofar todo lo que queramos sobre las nuevas tendencias de comunicación, las nuevas estrategias o las nuevas herramientas y al final acabamos donde siempre: en las cosas que funcionan.

Da igual que los anuncios de esa nueva plataforma tengan un rendimiento asombroso: nunca funcionarán igual que el boca a boca.

Lo que mola del Efecto Lindy de Taleb es que te permite, hasta cierto punto, tomar decisiones: Con cada nueva herramienta, con cada nuevo proceso que te venga a la cabeza implementar, puedes pararte a pensar si esa nueva idea está sustentada en algo más profundo, en algo que casi forme parte del paisaje.

Es entonces cuando dejas de coger la parte por el todo, te quedas con lo importante y te das cuenta de que todas las cosas que funcionan ya han pasado la prueba más dura, la del tiempo, y que la respuesta a todas esas preguntas casi sale sola: es más probable que en el futuro la gente siga poniendo carteles en las paredes que haciendo anuncios de Facebook.

Piénsalo así: lo interesante de alguien no es lo que produce si no cómo ha llegado hasta lo que produce.

Qué libros ha leído para llegar hasta ahí. Qué películas ha visto. Qué lecciones ha aprendido para acabar siendo quién es.

Lo mismo aplica con las marcas.

Lo que importa es lo que queda, lo que permanece, lo que te permite llegar a hacer lo que estás haciendo.

Esa, al fin y al cabo, podría ser la receta: echarle tiempo al tiempo y con lo que te quede, croquetas.

La cita

“Dios concede lagunas a los borrachos porque si supieran lo que han hecho, se morirían de vergüenza”

Manual para mujeres de la limpieza, de Lucía Berlín

Para estar al día

Para mejorar procesos

Para leer tranquilamente

El dato

El 67% de las decisiones de compra se siguen tomando en la tienda

Brand Footprint de Kantar

Miscelánea

El chorradón

Edición y reflexiones locas: Alex Sanz

Diseño: Fernando Bedmar

Recopilación y copy: Carmen Álvarez

¡Eh! ¡Lo de las cooooookies!

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