¿Sabes qué información esencial no puede faltar en las etiquetas de vino?

Hace dos años, en Microbio decidimos probar suerte en el mundo del vino. Somos de Castilla y León, tierra de denominaciones de origen con solera, y nos encanta esta bebida (sobre todo, degustarla), así que… ¿qué podía salir mal?

En realidad, nada.

Hicimos un diseño bien chulo, creamos unas pegatinas ideales para compartir en las stories de Instagram y, en general, aprendimos muchísimo sobre vinos. Y ahora, todo ese conocimiento nos sigue resultando útil para asesorar a nuestros clientes o ayudarte a pasar un proceso similar de forma sencilla e indolora. ¡Miel sobre hojuelas!

¿Tú también eres miembro del club “me-lío-la-manta-a-la-cabeza” y vas a lanzar un caldo? ¿Sientes curiosidad por el mundo del packaging y el diseño, y te gusta aprender sobre estos proyectos? Toma nota, porque hoy te hablaremos en profundidad sobre un tema clave: la información esencial de las etiquetas de vino.

Y tú, ¿de quién eres?
El «tamaño» sí importa
La contraetiqueta, el espacio para «jugar»

Y tú, ¿de quién eres?

Cuando se trata de vinos sucede como cuando vas de vacaciones al pueblo: todo el mundo se interesa por tus orígenes.

Así pues, en el diseño de una etiqueta tiene que aparecer bien clarito el nombre o la marca comercial bajo la que se pone a la venta el vino. Esto es básico, ya que, además de proporcionar información legal, es el nombre que el comprador debe recordar para repetir la compra en caso de que haya quedado satisfecho.

Otra información obligatoria en las etiquetas de los vinos es la razón social de la empresa productora o embotelladora, ya que este dato no tiene por qué coincidir con el nombre de la marca. Además, si un productor cuenta con cierto prestigio, este dato será un factor determinante para facilitar la venta.

Si el vino está adherido a una denominación de origen cualificada, el sello del Consejo Regulador de la Denominación de Origen aparecerá en la etiqueta o la contraetiqueta, ofreciendo información adicional sobre las características del vino, como la vinificación (joven, reserva, gran reserva,…) o los tiempos de crianza. Y también indicará el número de botella, ya que hay un máximo permitido para cada bodega en función del número de hectáreas de viñedo que posea.

Además, cuando hablamos del “origen” del vino es muy importante conocer cómo se ha hecho, aunque esta información no es obligatoria en las etiquetas de vino. La variedad de uva con la que se ha elaborado nos da pistas sobre las características del producto, y también es importante conocer la añada, que nos informa de su año de recogida. Este último dato no es baladí: la calidad de la uva cambia de un año a otro, dependiendo de factores como las lluvias o las horas de luz solar que reciban.

El «tamaño» sí importa

Más allá de la “literatura”, algunos números aportan información esencial en las etiquetas de vinos.

Por un lado, porque necesitamos conocer el “tamaño” o volumen de la botella que estamos comprando: el estándar son 750 ml., aunque es frecuente encontrar botellas de mayor capacidad en restaurantes.

Por otro, es obligatorio indicar el porcentaje de volumen de alcohol. Este porcentaje se expresa en relación al volumen total de vino, y normalmente ronda entre el 10 y el 14%, si bien los hay más suaves y algunos considerablemente fuertes, como el Oporto (que ronda el 20% de alcohol).

Conocer el grado de alcohol no solo es importante para calibrar la posible resaca del día siguiente, sino que dependiendo de su porcentaje el vino resultará más o menos denso o dulce. A mayor contenido de alcohol, más cuerpo.

La contraetiqueta, el espacio para «jugar»

¿Sabías que, en realidad, lo que los consumidores consideramos la etiqueta es la contraetiqueta del vino? Sí, como lo lees. ¡“Emosido engañado” durante todo este tiempo!

Para que nos entendamos, lo que popularmente conocemos como “contraetiqueta” es el espacio reservado para plasmar mucha de la información obligatoria que hemos visto previamente. Y la parte “bonita”, que es ésa en la que las bodegas se esmeran para destacar y que llamamos “etiqueta”, en realidad es la “contraetiqueta”.

Y tú dirás: ¿entonces, por qué la “contra” se coloca “delante” en los estantes de los supermercados o las tiendas online? Básicamente, porque tiene un diseño más diferencial, que nos ayuda a los consumidores a distinguir mejor los productos. ¡Cosas del marketing, amigx!

Más allá de esta curiosidad, en el espacio al que los no profesionales del sector llamamos “contraetiqueta” (la auténtica “etiqueta”) situaremos el código de barras, indicaremos si el vino contiene sulfitos (obligatorio para todos los vinos que emplean ácido sulfuroso para su estabilización), incluiremos información sobre el reciclado del envase o aportaremos recomendaciones de consumo (temperatura, maridaje,…).

También es habitual incluir en este espacio alguna información valiosa a nivel de marketing, como los premios obtenidos o una breve nota de cata (aromas, comportamiento en boca, etc.)

Como ves, cuando hablamos de vinos hay mucho más intríngulis que descorchar y disfrutar. Y más allá de realizar un diseño llamativo, elegante o inspirador, hay información esencial que debe aparecer en las etiquetas de vino, y que debemos integrar correctamente en la botella para darle armonía y estimular las ventas.

Ahora, una vez que los conoces, ¿estás listo para vivir la aventura de lanzar tu propio vino? ¡Estaremos encantados de apoyarte en tu travesía!

Una fotografía de Laura del equipo de microbio

Laura

Malagueña salerosa (¡y romana adoptiva!). Soy comunicadora y estratega de marketing porque no me llegó la carta de Hogwarts. También quise ser una RocknRolla, pero me quedé en Cooltureta ;)

¡Eh! ¡Lo de las cooooookies!

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