Noviembre · 2020
¡Hola!
Twitteaba el otro día Salvador Alfocea algo sobre las herramientas y la resolución de problemas y no podía evitar pensar en las continuas discusiones que tenemos en el equipo sobre herramientas y metodología.
Discusiones que son procesos lentos, en los que vamos puliendo un método que se adapta a lo que sabemos, a lo que queremos hacer, a lo que queramos ser y a un equipo que va evolucionando, a veces, más rápido que nosotros mismos.
Uno de los grandes descubrimientos en microbio este 2020 ha sido Discord, un Slack para gamers que, hasta cierto punto, ha cambiado muchos de los “roces” que provocaba el teletrabajo en la organización con un elemento muy simple: salas conectadas con audio que van como la luz, que son la llamada sin llamada, el entrar a la sala y decir, ey, cagüen tó, cómo os va la vida, jóvenes.
El caso es que nos (o me) ha costado mucho entender que la herramienta no va a ayudarnos en nada a no ser que interioricemos (y creemos) el proceso. De hecho, aún estamos en ello: El teletrabajo se suaviza por un lado, pero se pierde la química, la “cultura” entre el equipo se va desvaneciendo y, de nuevo, hay que buscar un “proceso” cuando aún no has acabado con el anterior.
Imagino que es lo que tienen los cambios, que nunca llegan solos.
Como el anuncio aquel de Ikea en el que al comprar un jarrón terminabas por cambiar todo el salón, en ocasiones hay momentos en los que, con sólo tener la herramienta en la mano ya parece que puedas “mejorar” toda la organización.
Pero ojo: nadie te garantiza que, ahora, tu salón, sea mejor.
“Si no se comprende la utilidad de lo inútil, la inutilidad de lo útil, no se comprende el arte”
Eugène Ionesco en “La utilidad de lo inútil” de Nuccio Ordine
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Edición y reflexiones locas: Alex Sanz
Diseño: Fernando Bedmar
Recopilación y copy: Carmen Álvarez