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Una caja que piensaJunio 23 Si al joven Johann August Sutter le hubieran dicho que en sus tierras, algún día, se encontraría oro, tanto oro como para comprarlo todo, como para ser el hombre más rico del universo, no lo hubiera creído. Pero así fue. En agosto de 1839, recién llegado a California -que en aquellos años era México- Sutter comenzó la construcción de un fuerte que le otorgaba la propiedad de 197 kilómetros cuadrados de terreno. Eso era mucho terreno pero John era mucho John. Llegado al nuevo mundo desde una provincia alemana ya sabía, además de su francés suizo natal -en aquellos años, de nuevo, nada estaba donde está ahora-, inglés y español. Había iniciado mil viajes y, al fin, en aquel fuerte en mitad de la nada encontró un lugar en el que reunir a su familia. Y, de repente, un día: eureka, serendipia, fatalidad, oro. No es difícil que algo bueno sea malo. En el caso de John, bastó que se corriera la voz para desencadenar el caos. Stefan Zweig, que escoge la vida de Sutter como uno de sus Momentos Estelares de la Humanidad, lo describe así: De inmediato, todos los hombres de Suter dejan el trabajo. Los herreros, la fragua. Los soldados, las armas. Y ya llega la gente. Para ellos nada tiene dueño. Degüellan las vacas de Suter. Derriban sus graneros, para construir casas. Roban sus máquinas. Sólo de Nueva York parten cien barcos. Desde Alemania, desde Inglaterra, desde Francia, desde España, cada año, entre 1848 y 1851, se acercan hasta aquí hordas enormes de aventureros y todos excavan las propiedades de Johann August Suter como si fueran las suyas.” Es la suerte del pionero. Ahora, casi 200 años después, de aquellas tierras brotan nuevas fiebres. El oro son los datos y en lugar de palas hay prompts. Ha llegado la Inteligencia Artificial para cambiarlo todo pero aún no sabemos si para bien o para mal. Como descubrió Sutter a sangre y fuego, las cosas buenas tornan malas y en el camino se llevan lo que sea por delante. Porque igual que con la transformación digital, la IA tiene una curva de aprendizaje llena de dolor. No se trata de utilizar IA para hacer cosas sino de saber en qué cosas puede ayudarte una IA. Parece lo mismo pero ni de coña. Hace unos años todo era “pensar fuera de la caja” y ahora resulta que la que piensa es la caja. Hay empresas que van a saltar a la IA sin haber ejecutado una transformación digital en condiciones. Hay empresas añadiéndole más IA al guiso, igual que antes le echaron metaverso, NFT o redes sociales. Todo parece nuevo y revolucionario pero en realidad es lo mismo: Si todos podemos hacer cosas cada vez más rápido la diferenciación será hacerlas más lento y mejor. Ansiamos encontrar la herramienta definitiva, que lo haga todo, igual que votamos con el anhelo de que venga alguien a gobernarnos, a poner orden en este sin dios, empezando por el baño, recogiendo el salón y luego si eso, lo de Ucrania. No nos damos cuenta de que esa herramienta que lo hace todo somos nosotros: en tus noches más oscuras, cuando piensas en como hacer mejor lo que ya haces, en como crecer (sea eso lo que sea) no te queda otra que volver a lo de siempre: a las musarañas, los libros, las divagaciones. Ayudados por la tecnología pero no comiendo de su mano. Añadiendo una herramienta más a lo que ya sabemos pero no fiándolo todo a un cuñado sabelotodo. Eso, para los pioneros. La cita del mes Si hay pueblos que se dejan arrancar la luz de las manos, también hay otros que la sofocan ellos mismos con los pies. Para estar al día
Para leer tranquilamente
La persuasión, vencer sin combatir Todo comunica y todo expresa más de lo que queremos decir. Como cuando te dicen eso de “es que no ves lo que te digo”: ¿Cómo puede verse algo dicho? Una interesante reflexión sobre el verdadero origen de las cosas y porqué eso, en realidad, constituye uno de los grandes problemas de nuestros días. En un mundo de nuevas inteligencias, llegan nuevas necesidades. Por ejemplo, regular la privacidad de tus pensamientos. Ahí es nada. Para mejorar procesos
Miscelánea
¿Lectura recomendada? No, recomendadísima
Por qué mentimos, en especial a nosotros mismos de Dan Ariely Si te apetece entrar en el mundo de porque la realidad no se parece mucho a lo que decimos, Dan Ariely, profesor del MIT, es tu hombre. Un repaso desde la ciencia al porqué nuestra mente miente pero, sobretodo, un esfuerzo enorme por entendernos mejor, que es lo que importa. Porque, como el mismo Ariely dice en el libro: “Los hechos son para que las personas sin imaginación creen su propia verdad” ![]() 😂 El chorradón Si alguna vez has pensado que pasaría si un asteroide cae al lado de casa, esta web te permite entender “la dimensión” del asunto. |
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Edición y reflexiones locas: Alex Sanz
Diseño e ilustración:
¡Eh! ¡Lo de las cooooookies!
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